Las vinculaciones posibles entre trabajo y salud datan desde hace ya 300 años. Bernardo Ramazzini en su “De morbis artificum diatriba” (1701) ya publicaba sus observaciones sobre esta relación.
Si bien el trabajo hoy es considerado imprescindible para una “vida saludable” (retribución económica, hecho social, realización de la persona, progreso de la comunidad), puede estar acompañado de “alteraciones del estado de salud” derivadas de las condiciones y medio ambiente donde el trabajo se desarrolla.
Existen condiciones particulares que determinan epidemiológicamente al equipo de salud como grupo especialmente vulnerable frente a los riesgos de las labores que realiza, agravado por la ausencia histórica de reconocimiento institucional específico de dichos riesgos.
Los integrantes del equipo de Salud Mental y en particular los vinculados permanentemente con enfermedades crónicas o terminales están expuestos a sobrecargas traumáticas que pueden tener implicancias en:
• • La capacidad de realizar la tarea en forma adecuada
• • El bienestar emocional
• • La vida particular
• • La comunidad
El interés por el cuidado de los profesionales que realizan prevención es un tema que no podemos obviar en este curso, ya que los trabajadores de la salud y en este caso específicamente los psicoterapeutas dedicados a la oncología, si trabajan mal, sin los cuidados y las precauciones necesarias, pueden llegar a sufrir un desgaste al punto de enfermar y darse cuenta cuando quizás sea tarde.
Informe de la Organización Mundial de la Salud
El informe sobre la salud en el mundo, elaborado por la O.M.S. en el año 2000, está dedicado a evaluar la calidad de los sistemas de salud y como proceder a su mejora. En él se señala que los recursos humanos de un sistema de salud son vitales para el buen funcionamiento del sistema, y para conseguir que éste ofrezca una buena calidad del servicio.
El informe recomienda cuidar los recursos humanos de las organizaciones de salud, pues si estos no se cuidan, ni se invierte en su mantenimiento, se deterioran rápidamente. Según la O.M.S., los trabajadores son el recurso más importante que posee un sistema de salud para lograr su eficacia porque ésta depende de los conocimientos, de las destrezas, y de la motivación de los profesionales que trabajan en ese sistema.
El informe también recomienda realizar una buena gestión y una correcta administración de los recursos humanos para conseguir que la inversión en salud sea equilibrada. Esa gestión debe considerar variables como la satisfacción con el salario, las oportunidades para el desarrollo de la carrera profesional y las condiciones de trabajo de los profesionales.
Las condiciones de trabajo de los profesionales de la salud tienen una influencia significativa sobre su calidad de vida laboral y sobre la calidad del servicio que ofrecen las organizaciones del sector sanitario. Consecuencias como la tasa de morbilidad y el absentismo de los profesionales están directamente ligadas a sus condiciones de trabajo. De igual manera, las actitudes que desarrollan los profesionales hacia los usuarios de la organización (pacientes) y el servicio que ofrecen están asociados a los riesgos laborales de su entorno laboral, siendo de especial relevancia en el sector sanitario los riesgos laborales de origen psicosocial debido a que los profesionales trabajan en continua interacción con personas.
Será necesario, entonces, incorporar la necesidad de diagnosticar y prevenir los riesgos psicosociales con el objetivo de erradicarlos y ofrecer entornos laborales más saludables. Pero para ello primero debemos conocer cuáles son.
Dentro de los riesgos laborales de carácter psicosocial, el síndrome de quemarse por el trabajo (o síndrome de Burnout) ocupa un lugar destacado, pues es una de las principales causas del deterioro de las condiciones de trabajo, y fuente de accidentabilidad y ausentismo.
Esta situación no puede pasar inadvertida para los administradores de recursos humanos del sector sanitario ni para los profesionales que deben conocer el proceso de este fenómeno y las estrategias para la intervención.
Sería esperable que las Instituciones y las políticas de Estado sean las primeras en preocuparse por el cuidado de los trabajadores de la salud, pero los tiempos administrativos no corren paralelos a nuestras necesidades inmediatas, por lo que es de sugerir que comencemos a cuidarnos nosotros mismos en nuestro medio laboral siendo el primer paso conocer el Síndrome de Burnout para poder identificarlo.
¿Qué es el síndrome de Burnout?
El síndrome de quemarse por el trabajo se define como una respuesta al estrés laboral crónico integrado por actitudes y sentimientos negativos hacia las personas con las que se trabaja y hacia el propio rol profesional, así como por la vivencia de encontrarse emocionalmente agotado. Esta respuesta ocurre con frecuencia en los profesionales de la salud y, en general, en profesionales de organizaciones de servicios que trabajan en contacto directo con otras personas (los usuarios de la organización).
La necesidad de conocer el síndrome de quemarse por el trabajo viene unida a la necesidad de comprender los procesos de estrés laboral, así como al reciente hincapié que las organizaciones de algunos países han hecho sobre la necesidad de preocuparse más de la calidad de vida laboral que ofrecen a sus empleados.
Actualmente, resulta necesario considerar los aspectos de bienestar y salud laboral a la hora de evaluar la eficacia de una determinada organización de salud, pues la calidad de vida laboral y el estado de salud física y mental que conlleva tiene repercusiones negativas sobre la organización, la calidad de atención y en definitiva: el propio paciente. Asimismo, la incidencia del síndrome de quemarse por el trabajo sobre los profesionales de la salud conlleva también repercusiones sobre la vida particular y la sociedad en general.
Desde un enfoque psicosocial el fenómeno ha sido conceptualizado como un síndrome de baja realización personal en el trabajo, agotamiento emocional y despersonalización.
Por baja realización personal en el trabajo se entiende la tendencia de los profesionales a evaluarse negativamente, y de forma especial esa evaluación negativa afecta a la habilidad en la realización del trabajo y a la relación con las personas a las que atienden. Los trabajadores se sienten descontentos consigo mismo e insatisfechos con sus resultados laborales.
El agotamiento emocional alude a la situación en la que los trabajadores sienten que ya no pueden dar más de sí mismos a nivel afectivo. Es una situación de agotamiento de la energía o los recursos emocionales propios, una experiencia de estar emocionalmente agotado debido al contacto "diario" y mantenido con personas a las que hay que atender como objeto de trabajo.
La despersonalización se define como el desarrollo de sentimientos negativos, de actitudes y conductas de cinismo hacia las personas destinatarias del trabajo. Estas personas son vistas por los profesionales de manera deshumanizada debido a un endurecimiento afectivo.
El síndrome de quemarse por el trabajo no debe identificarse con estrés psicológico, sino que debe ser entendido como una respuesta a fuentes de estrés crónico (estresores). En el contexto de las organizaciones sanitarias son estresores especialmente relevantes para el desarrollo del síndrome las relaciones sociales de los profesionales de la salud con los pacientes y sus familiares. El síndrome es un tipo particular de mecanismo de afrontamiento y autoprotección frente al estrés generado por la relación profesional-paciente, y por la relación profesional-organización.
Autores como Gil-Monte y colaboradores han señalado que esta respuesta aparece cuando fallan las estrategias funcionales de afrontamiento que suelen emplear los profesionales de la salud. Este fallo supone sensación de fracaso profesional y de fracaso en las relaciones interpersonales con los pacientes. En esta situación, la respuesta desarrollada son sentimientos de baja realización personal en el trabajo y de agotamiento emocional. Ante esos sentimientos el individuo desarrolla actitudes y conductas de despersonalización como una nueva forma de afrontamiento.
Así, el síndrome de quemarse por el trabajo es un paso intermedio en la relación estrés-consecuencias del estrés de forma que, si permanece a lo largo del tiempo, el estrés laboral tendrá consecuencias nocivas para el individuo, en forma de enfermedad o falta de salud, y para la organización.
Este síndrome en los profesionales de la salud se reconoce por la manifestación de una combinación de variables fisiológicas, psicológicas y conductuales:
Agotamiento físico
Fatiga
Resfríos/gripes a repetición
Alteraciones del apetito
Contracturas musculares dolorosas
Cefaleas
Taquicardia
Hipertensión
Disfunciones sexuales
Insomnio
Trastornos gastrointestinales
Ulceras
A su vez estos síntomas podrían dividirse en cuatro estadios de evolución:
Ø Leve:
Quejas recurrentes – Cefaleas – Dolores de espalda – síntomas físicos vagos – Cambios en el carácter. La persona no puede realizar el trabajo, sueña con pacientes, se vuelve no operativo.
Ø Moderado:
Insomnio – Dificultad para concentrarse – Dificultad en las relaciones interpersonales – Variaciones en el peso – Disminución de la libido – Pesimismo – Automedicación.
Ø Grave:
Aumento del ausentismo – Disminución notable en la productividad – Sensación de disgusto, rechazo o aversión – Baja autoestima – Abuso de alcohol o psicofármacos. Cinismo como forma de negación de los problemas que se incrementan.
Ø Extremo:
Aislamiento – Sentimiento de pena/tristeza - Riesgo suicida importante – Crisis existencial (no le encuentra sentido al trabajo ni a la profesión) – Sensación de fracaso. En algunos casos puede llegar al suicidio.
Factores predisponentes y desencadenantes
El síndrome de Burnout tendrá mayor posibilidad de ser desarrollado por profesionales en los que inciden especialmente estresores como: la escasez de personal, que supone sobrecarga laboral, trabajo en turnos, trato con usuarios problemáticos, contacto directo con la enfermedad, con el dolor y con la muerte, falta de especificidad de funciones y tareas, lo que supone conflicto y ambigüedad de rol, falta de autonomía y autoridad en el trabajo para poder tomar decisiones, rápidos cambios tecnológicos, etc.
Una taxonomía de esos estresores permite identificar cuatro niveles: a) en el nivel individual, la existencia de sentimientos de altruismo e idealismo lleva a los profesionales a implicarse excesivamente en los problemas de los pacientes, y convierten en un reto personal la solución de los problemas. Consecuentemente, se sienten culpables de los fallos, tanto propios como ajenos, lo cual redundará en bajos sentimientos de realización personal en el trabajo y alto agotamiento emocional.
b) En el plano de las relaciones interpersonales, las relaciones con los pacientes y con los compañeros de igual o diferente categoría, cuando son tensas, conflictivas y prolongadas, van a aumentar los sentimientos de quemarse por el trabajo. Asimismo, la falta de apoyo en el trabajo por parte de los compañeros y jefes, o por parte de la dirección o de la administración de la organización son fenómenos característicos de estas profesiones que aumentan también los sentimientos de quemarse por el trabajo.
c) Desde un nivel organizacional, los profesionales de la salud trabajan en organizaciones que responden al esquema de una burocracia profesionalizada. Estas organizaciones inducen problemas de coordinación entre sus miembros, sufren la incompetencia de los profesionales, los problemas de libertad de acción, la incorporación rápida de innovaciones, y las respuestas disfuncionales por parte de la dirección a los problemas organizacionales. Todo ello resulta en estresores del tipo de ambigüedad, conflicto y sobrecarga de rol.
d) Por último, en el entorno social, se encuentran como desencadenantes las condiciones actuales de cambio social por las que atraviesan estás profesiones (la aparición de nuevas leyes y estatutos que regulan el ejercicio de la profesión, nuevos procedimientos y exigencias en la práctica de tareas y funciones, cambios en los programas de educación y formación, cambios en los perfiles demográficos de la población que requieren cambios en los roles, aumento de las demandas cuantitativa y cualitativa de servicios por parte de la población, pérdida de estatus y/o prestigio, etc.).
Recomendaciones para la prevención
En el nivel individual, (el que nos concierne directamente y en primera instancia) el empleo de estrategias de afrontamiento de control o centradas en el problema previene el desarrollo del síndrome de quemarse por el trabajo. Por el contrario, el empleo de estrategias de evitación o de escape facilita su aparición. Dentro de las técnicas y programas dirigidos a fomentar las primeras se encuentran el entrenamiento en solución de problemas, el entrenamiento de la asertividad, y del entrenamiento para el manejo eficaz del tiempo. También pueden ser estrategias eficaces el dejar de lado los problemas laborales al acabar el trabajo, tomar pequeños momentos de descanso durante el trabajo y marcarse objetivos reales y factibles de conseguir.
En el nivel grupal e interpersonal las estrategias pasan por fomentar el apoyo social por parte de los compañeros y jefes, evitando trabajar aisladamente. Este tipo de apoyo social debe ofrecer apoyo emocional, pero también incluye evaluación periódica de los profesionales y retroinformación sobre su desarrollo del rol.
Por último, en el nivel organizacional, la dirección de las organizaciones debe desarrollar programas de prevención dirigidos a mejorar el ambiente y el clima de la organización. Como parte de estos programas se recomienda desarrollar programas de socialización anticipatoria, con el objetivo de acercar a los nuevos profesionales a la realidad laboral y evitar el choque con sus expectativas irreales. También se deben desarrollar procesos de retroinformación sobre el desempeño del rol. Junto a los procesos de retroinformación grupal e interpersonal por parte de los compañeros, se debe dar retroinformación desde la dirección de la organización y desde la unidad o el servicio en el que se ubica el trabajador. Además, es conveniente implantar programas de desarrollo organizacional.
Los administradores de recursos humanos en el ámbito de la sanidad deben ser conscientes de que la primera medida para evitar el síndrome de quemarse por el trabajo es formar al personal para conocer sus manifestaciones. Pero, además de considerar programas que impliquen la adquisición de conocimientos, los intentos de intervención deben incorporar otras acciones. Las estrategias para la intervención deben contemplar tres niveles:
(a) considerar los procesos cognitivos de autoevaluación de los profesionales, y el desarrollo de estrategias cognitivo-conductuales que les permitan eliminar o mitigar la fuente de estrés, evitar la experiencia de estrés, o neutralizar las consecuencias negativas de esa experiencia (nivel individual),
(b) potenciar la formación de las habilidades sociales y de apoyo social de los equipos de profesionales (nivel grupal) y,
(c) eliminar o disminuir los estresores del entorno organizacional que dan lugar al desarrollo del síndrome (nivel organizacional).
El objetivo de estos programas se centra en mejorar el ambiente y el clima organizacional mediante el desarrollo de equipos de trabajo eficaces. Otras estrategias que se pueden llevar a cabo desde el nivel organizacional son reestructurar y rediseñar del lugar de trabajo haciendo participar al personal de la unidad, establecer objetivos claros para los roles profesionales, aumentar las recompensas a los trabajadores, establecer líneas claras de autoridad, y mejorar las redes de comunicación organizacional.
Síntesis Módulo 6 del curso de capacitación " Atención Psicoterapéutica Preventiva en Oncología -psicoprofilaxis quirúrgica, en quimioterapia y terapias radiantes" Dictado por la Dra. Viviana Salas y el Lic. Marcelo Gatto
Bibliografía utilizada:
1. Bermann S. “Fatiga, estrés, desgaste laboral “ Cuadernos médico sociales. Nº51. Buenos Aires 1990.
2. Grecas J., Fernández Monsalve L. “Tratamiento de la enfermedad de Tomas” Revista Medicina Clínica. Vol93 Nº15. Buenos Aires 1988.
3. Gil-Monte y Peiró, “Desgaste psíquico en el trabajo: El síndrome de quemarse” Síntesis, Madrid, 1997.
4. Gatto, M. “La salud del equipo de salud” www.psicooncologia.org, Buenos Aires, 2000.
5. Hombrados I. (comp) “Estrés y Salud” Capítulo 7 “Burnout: Estrés en las organizaciones”. Promolibro. Valencia 1997.
6. Lederberg M. “Oncology staff stress and related interventions” cap. 89 Psycho-oncology by Holland J. Oxford University Press. New York 1998.
7. Luban-Plozza B. y col. “El enfermo psicosomático en la práctica” Herder. Barcelona 1997.
8. Meeroff M. “Enfermedad laboral del médico. Síndrome de Tomas y Burn out”. Revista de la Asociación Médica Argentina. Vol110 Nº2. Buenos Aires 1997.
9. Segura E., Figueroa N. y otros. “El estrés del equipo de salud”. Revista Medicina y Sociedad. Vol21 Nº1. Buenos Aires 1998.
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